No es ninguna noticia, decir que en la sociedad actual la importancia de la imagen es enorme y que todo hace suponer que lo seguirá siendo por muchos años. En un universo, cada vez más conectado, con un acceso mayor y más intenso a las tecnologías de la información, el clasificar, catalogar, conservar y sobre todo descartar información no valiosa es el lógico remedio para no caer en la saturación mental.
Lo cierto es que desde hace tiempo la corriente en comunicación va con rumbo firme hacia la simplificación. Todo lo que haga que nuestro mensaje sea más comprensible nos acerca al logro de nuestros objetivos.
Precisamente simplificar, es lo opuesto a una tarea sencilla pues cuidar el mínimo detalle para armonizar identidad , conlleva un esfuerzo analítico y creativo considerable. Aquí algunos ejemplos 😉
Snapchat, Instagram o Pinterest basan su fortaleza en el carácter visual de su comunicación. En Facebook, los contenidos más compartidos y de mayor éxito han sido desde su inicio las imágenes. Por otro lado, Twitter reduce a 140 caracteres sus mensajes, lo que la convierte también en una plataforma en la que con un golpe de vista extraemos la información.
Esta fuerte tendencia obliga a muchas empresas a realizar un esfuerzo extra en la planificación estratégica comercial, en todo lo relacionado con la estética y diseño de la imagen de producto o servicio. En el caso de los packaging anteriormente presentados, las imágenes hablan por si solas.
¿En tu producto o servicio sucede lo mismo?