Herramientas, las Redes Sociales son herramientas. Instrumentos que de por si no resuelven ningún problema, pero que aplicados adecuadamente puede favorecer la consecución de tus objetivos, siempre desde una óptica empresarial. Aunque es algo obvio, creo que no está demás recordarlo puesto que se siguen dando casos de organizaciones que abren perfiles en numerosas plataformas sociales, para luego quedar en el olvido, como mueble que espera en el trastero.
Los medios sociales han fomentado que muchos quieran coger el micrófono para ser escuchados por la audiencia, solo que la audiencia también tiene un micrófono y tiene cosas que contar.
¿Se les está escuchando o seguimos pensando en lo que tenemos que vender decir?
Pues el caso, es que en una plaza abarrotada de gente, y en la que todo el mundo habla, una de las estrategias más repetidas es la de «hablar» mucho. Y claro, las marcas que quieren hablar mucho pocas veces no siempre consiguen tener «tantas» cosas interesantes que contar a su público. Resultado: ruido innecesario.
El contenido que no aporta valor es molesto (y aunque sea contenido de calidad para un grupo de personas con los mismos intereses, puede ser totalmente prescindible por el grupo de al lado) No digamos cuando utilizamos varios interlocutores (o cuentas sociales) repetimos el mensaje y ya pasamos del enfado a algo peor… ¿Cómo minimizar el grado de error en la saturación de publicaciones? Planificando, siendo creativos, exigentes en los contenidos, monitorizando y «aprendiendo» de nuestra comunidad. ¿Qué le gusta, qué hace que se mueva, qué le emociona? Aprendizaje contínuo.
Además si tuviera que destacar en una plaza, optaría por hacer algo como esto 😉