En la era eminentemente digital en la que vivimos, muchos grandes proyectos eligieron un modelo gratuito o freemium para obtener una rápida difusión. Muchas redes sociales son el claro ejemplo, atraer usuarios como recurso de valor esencial en la empresa.
Lo «gratis» siempre ha sido un valor psicológico seguro para el consumidor («no pierdo nada»). Además existe la creencia popular que si una app, plataforma o software dejara de ser gratuito, llegaría un competidor que si lo fuera y reemplazaría su lugar. Es probable que esto ocurriera en un momento en el que el sector está en sus primeros pasos y todos los aspirantes luchan por ganar cuota a toda costa. Pero si la evolución comienza a designar a líderes y estos comienzan a concentrar recursos sin darnos cuenta, nos encontraremos con una situación muy cercana al oligopolio. ¿Podrían pactar las grandes plataformas sociales cobrar por sus servicios?
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Los movimientos hechos por Facebook incluyendo entre ellos la compra de Instagram y su caída de valor en bolsa hacen pensar que tienen intención de monetizar su inversión más pronto que tarde. Por su parte Google, esta semana ha comunicado que empezará a cobrar por el uso de sus apps a pequeñas empresas. Microsoft compró en su momento Skype y ya lo ha fusionado con su desfasado Windows Life Messenger. Continúan los rumores sobre absorciones entre algunos de los operadores más importantes de este juego lo que indica la tendencia será una concentración de la oferta.
El panorama no es tan positivo actualmente para estas grandes empresas, porque a pesar de su popularidad, hasta el día de hoy se las sigue cuestionando como organizaciones rentables. Y es que la incertidumbre ante la reacción que tenga el consumidor ante un cambio de modelo, es de momento suficiente para que no se produzca.
¿Crees que las plataformas sociales morirán en el intento?